domingo, 25 de septiembre de 2011

El planeta de los simios: (r)evolución

Para todos aquellos fanáticos de las películas anteriores del planeta de los simios (desde la primera en 1968 hasta el reboot del 2001 hecho por Tim Burton) les diría que esta versión no es la precuela pensada; pero si son en realidad fanáticos a esta saga ya lo debieron haber descubierto desde hace tiempo. Y pese a este aspecto, la película funciona. Siento que está dirigida a los nuevos fanáticos en potencia.
Sigue conservando su aire distópico, ahora salpicado con el zeitgeist de esta década...
 las modificaciones genéticas y sus consecuencias (recordándome, sin duda, algunos temas de las películas de zombis recientes). En el afán de mejorar la calidad de vida humana, se dejan de lado sus efectos secundarios y es a partir de esto que empieza una batalla por la supervivencia de la especie. Algo trillado a estas alturas. Lo que realmente impacta de la película son los efectos especiales (eso que siempre termina salvando a muchas películas de Hollywood, pero eso será tema para otro día). Y es que las actuaciones de los simios (todo hechos digitalmente) es sorprendente; los gestos, los movimientos corporales, las texturas, las miradas, etc. Si existiera un Oscar para actuaciones virtuales, creo que la ganaría el protagonista de esta película. El resultado es bastante satisfactorio.
Dejando de lado todo lo anterior, me llamó la atención que hace ciertos guiños con algo que ha generado cierta polémica en algunos círculos académicos y filosóficos, me refiero a equiparar los derechos de los grandes simios con los de los humanos (para más información de esto pueden revisar la página www.proyectogransimio.org) Nos hace reflexionar en el hecho de que compartimos uno 96-98% de material genómico con gorilas y chimpancés, lo que los hace nuestros familiares más cercanos… ¿por qué no compartir nuestros derechos con ellos? Esto puede escandalizar a muchas personas conservadoras y antropocéntricas; sin embargo creo que habrá que meditar en esto antes de que nos podamos arrepentir.

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