Media noche en París

Siempre pensé que, a estas alturas de mi vida, nunca podría llegar a ver alguna película de Woody Allen en el cine… al menos no en un cine comercial. Dada la calidad de sus películas en los últimos años, creí que solo produciría material propio de muestras o festivales de cine. Y no es que sus películas sean malas, simplemente que hace tiempo que dejó de conectar con el público masivo que pudo haber tenido décadas atrás.

Pues bien, la primera sorpresa... al respecto la tuve al saber que esta película la exhibirían en los cines comerciales de esta Cd. Juárez; cierto es, que con alguno meses de retraso, pero en fin no tenía ni esperanzas que llegara a esta ciudad, salvo en algún formato de reproducción casera. Y si esta fue mi primera sorpresa; la segunda fue encontrarme con un Woody Allen como hace tiempo que no se le veía. Fresco, divertido, totalmente recalcitrante con la sociedad estadounidense y además bien recibido por el público en general.

Nos proporcionó un excelente guión, tan reflexivo y sorprendente como hace tiempo que no se le veía; mostrándonos toda una pléyade de personajes, que se nota ha conocido bastante bien, pues no solo nos los presenta, sino que los pone a platicar de una manera inteligente, atrevida. Con una suerte de homenaje a la nostalgia, nos lleva en un paseo por la incertidumbre del personaje principal; un viaje de autodescubrimiento, que sin duda el mismo Woody se ha de haber enfrentado en los últimos años. Buscar, escarbar,  rastrear, pretender, conocer y reconocerse a sí mismo como un producto del bagaje cultural acumulado (algo que algunos llaman historia), oponiéndose a la superficialidad de la cultura consumidora de ropas y accesorios caros, solo por ser caros; de viajes solo por el hecho de presumirlos; de datos históricos para poder utilizarlos en las charlas sin llegar a mucha profundidad; de arte solo para justificar la pedantería.

Woody trata de recordarnos la belleza sencilla de solo caminar… en París… inundándose… en lluvia, en luz… en arte.