jueves, 22 de septiembre de 2011

Libre tránsito

Cd. Juárez, Chih.- Una de las medidas más criticadas, y muy de moda en esta ciudad, son los retenes. Ya sean de policías federales o de tránsitos, han sido vistos por la ciudadanía como meros instrumentos recaudatorios, intimidatorios y en mucho menor medida precautorios (ésta es la percepción generalizada) sin que hayan otorgado resultados positivos tangibles: sigue habiendo inseguridad, accidentes viales, tráfico y consumo de drogas. Además, se prestan para la extorsión, las corruptelas y hasta la incriminación de inocentes.
Ha habido voces, de ciudadanos, profesionistas, estudiantes, académicos y hasta políticos, en contra de estas medidas, apelando a su clara inconstitucionalidad.
El argumento de esto es que va en contra del derecho de cualquier mexicano al libre tránsito por el territorio nacional. Ninguna persona tiene la facultad de detener a otra para revisarla, cuestionar sus intenciones o simplemente obstruir su libre tránsito sin que medie una orden de un juez, o bien que sea sorprendida en plena flagrancia de un delito o ilegalidad. Claro que es difícil argumentar este derecho con policías o tránsitos, ya que es probable que estos actúen con prepotencia, inventen o siembren algún tipo delito para justificar su actuación. Al ciudadano solo le resta aguantarse la revisión, la infracción o lo que resulte de ella. El estado no escucha al ciudadano si se empeña en estas acciones para demostrar que están haciendo “algo”, aunque esto signifique lanzar piedras (sic) a la montaña; sin importar que los derechos civiles se vean afectados.
Lo que me resulta sorprendente es que, cuando una persona es víctima de algún atropello por parte de la autoridad en este tipo de circunstancias, apele al argumento de que no se le respetó su derecho constitucional de libre tránsito; y al mismo tiempo apoye y promueva otra situación que también está muy de moda en la ciudad: el cierre de fraccionamientos y calles públicas.
Estos cierres de calles atentan de la misma manera que los retenes contra el derecho de libre tránsito. Nadie tiene derecho a exigir a otra persona a que se identifique, que aclare sus intenciones y menos que deje algún documento en prenda para que se le permita el paso por una calle pública, la cual pagamos y mantenemos todos con nuestros impuestos.
 Con el pretexto de ser “fraccionamientos privados”, se colocan casetas, guardias y sistemas de identificación para evitar que cualquier persona circule por las calles que nos pertenecen a todos, esto es inaceptable. Sobre todo cuando la figura de “fraccionamiento privado” no existe por ley. Si una calle cuenta con alumbrado público, con red de agua y drenaje público, si es mantenida por el municipio, entonces a todos los ciudadanos pertenece esa calle. ¡No se puede privatizar el espacio público!
Me queda claro que esta situación impera en la ciudad por el tema de la inseguridad, al igual que los retenes tan criticados. ¿por qué lo permite el estado? Porque éste no es capaz de darnos la seguridad que tiene la obligación de brindar, luego entonces, les deja el paquete a los ciudadanos y otorga permisos para cerrar calles.
Pero esto no soluciona el problema. Al contrario, solo genera un falso e inservible sentido de seguridad, que una y otra vez cae vencido ante la realidad. Otra consecuencia son los problemas viales y por ende, la contaminación ambiental que se genera al tener que realizar viajes en auto cada vez más largos; esto va en contra de todos los estudios urbanos y tratados para un desarrollo urbano sostenible. Pero el principal problema, desde mi perspectiva, es que provocan una mayor segregación social, principalmente acentuada en los niños que crecen en estas condiciones, ya que se creará en ellos un prejuicio: “confío y acepto a los que viven de este lado del muro, desconfío y niego a todos los que viven fuera de él”. Así no se puede construir una sociedad democrática y equitativa, así no se sana el tejido social. Es imposible dialogar con alguien que se tapa la cara y los oídos con las manos.
No se puede defender el derecho de libre tránsito frente a los retenes, y luego denostarlo intentando prohibir a otros el paso libre en el espacio público.

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