viernes, 21 de octubre de 2011

Intolerancia y Evolución

Soy una persona que cree firmemente que todos debemos tener los mismos derechos. Esto para nada quiere decir que seamos iguales, no, para nada; también defiendo y aplaudo la diversidad. Por tanto, no tolero la intolerancia. Para poder vivir en una sociedad justa y pacíficamente, se deben respetar los derechos individuales de las personas: el derecho a la libertad de creencias y cultos, el derecho a amar a quien uno más plazca, el derecho a una sexualidad y sus muy diversos gustos, el derecho a una educación básica, el derecho a elegir la carrera o el trabajo que mejor le convenga, el derecho a decidir qué hacer o no hacer con su propio cuerpo, el derecho de estar triste, alegre, enojado, etc. Aclaro, todos estos derechos deben ser legítimos siempre y cuando no afecten a otras personas. El derecho de bienestar de otras personas debe ser una barrera infranqueable.
Y menciono todo esto en apoyo a aquellas personas que han sido afectadas, ofendidas o sermoneadas debido al fanatismo, a la intolerancia religiosa, a la discriminación.
En específico me refiero a un hecho que le ocurrió a una persona cercana a mí, que fue duramente sermoneada por un fanático cristiano que tenía pocos minutos de conocer. Con esa visión tan corta, que suele representar a este tipo de personas, fue capaz de proferir palabras hirientes y prejuiciosas contra una de las personas más nobles que conozco. ¿Cómo puede alguien prejuzgar a otra persona tan solo por no coincidir en una creencia religiosa? ¿Qué le hace pensar a este predicador que posee la verdad absoluta en un mundo tan relativo? ¿Cómo pueden “sumir en el infierno” a otras personas sin conocerlas, tan solo basándose en un libro de poca credibilidad histórica?
Este predicador, evidentemente puede ejercer su derecho de culto. Pero para nada tiene el derecho de denigrar y hostigar a otras personas. Por personas como estas es que se han gestado muchas de las más crueles guerras y atrocidades conocidas en la historia. El fanatismo religioso es un signo inequívoco de la intolerancia que, si se les permite, va escalando en grados hasta llegar al odio contra quien piense distinto o tenga creencias mínimamente diferentes a las suyas.
Por fortuna, hay signos de que esto cada vez es menos frecuente. Un reciente artículo de psicólogo Steven Pinker publicado en la revista Nature, revela que la evolución ha trabajado en este sentido dentro de la mente de los humanos. Pinker argumenta que los individuos actuales somos más empáticos y con un mayor coeficiente intelectual que en épocas anteriores. Esto lo ha demostrado con estudio de historia de las guerras y la violencia (causas y consecuencias); en resumen, nos dice que las guerras del siglo XX son las que han causado menos muertos en proporción que las guerras de siglos anteriores. Esto puede ser el resultado de varios factores como los avances científicos y tecnológicos, a la inevitable globalización y cosmopolitismo, al reconocimiento de mayores derechos civiles (como el acceso a la educación) y, en mi opinión personal, también debido a un hecho de selección natural: las personas violentas son las que más rápido se mueren, por lo que es menos probable que sobrevivan sus genes violentos e intolerantes.


“Es propio de hombres de cabezas medianas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza.”
Antonio Machado (1875-1939) Poeta y prosista español.

3 comentarios:

  1. Bien, me gusta como escribes, como te expresas y lo que piensas, :)

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  2. si siempre la cerrazon humana se hace presente, pero espero k cada vez sea menos saluds flpnk

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