sábado, 8 de octubre de 2011

Leer a los niños

En la entrada anterior (El cuervo) ya mencionaba yo, un hábito que me parece de suma importancia para todos.
Leerles a los niños trae varios beneficios, para los que leen en voz alta y para los niños que escuchan. Esto ayuda a que dejen volar su imaginación, los puede enfrentar con situaciones fantásticas o fantasiosas, despierta en ellos su curiosidad innata, la cual muchas de las veces ha sido sofocada por tantas horas de televisión y videojuegos (no quiero decir que estos últimos medios sean malos, sino en el mejor de los casos, son complementarios en su justa medida).
Al leerles van aprendiendo diversas formas en las que pueden enfrentar varios tipos de circunstancias, además van aprendiendo normas básicas de comportamiento en la sociedad y el manejo adecuado del lenguaje, ya que amplían su vocabulario y van corrigiendo errores al hablar o escribir, lo cual les brinda una mejor confianza y una mente mejor preparada para la exploración verbal. Con todas estas herramientas, los niños van adquiriendo un mayor gusto por la lectura, lo cual les
ayudará en la capacidad de concentración y a tener un mejor rendimiento académico y profesional en el futuro. Hay, sin duda muchos beneficios más que se pueden ir descubriendo mientras ponen en práctica esta maravillosa costumbre.
Como añadidura a todo esto, se van creando vínculos más estrechos entre quien lee y quien escucha. Ya que es una excelente demostración de atención hacia el niño, dándole la importancia que requiere, pasando el tiempo productivamente mientras se lee.
La mayoría de adultos que tienen el hábito de la lectura comparten el hecho de que sus padres, o algún tutor, les leía cuando eran niños. Casi puedo asegurar que la lectura para estas personas siempre será algo agradable y no algo que se tenga que hacer por obligación o como mero ejercicio intelectual.
Y debo confesar que en mi caso, recuerdo cuando era niño, al anochecer, uno de mis momentos favoritos era cuando mi madre nos leía, a mi hermano y a mí, un cuento antes de dormir. Recuerdo bien los libros, una colección llamada Un cuento para cada día, era una colección de cuentos ambientada con personajes de caricaturas, con una extensión de una o dos cuartillas cada uno. Casi siempre que terminaba de leernos uno de los cuentos, le pedíamos que nos adelantara el cuento del siguiente día. Que entretenido era en verdad.
No tengo nada más que agradecer a mi Mamá el habernos brindado esos momentos tan felices y sin quererlo (o quizá con todo el propósito, no lo sé) haberme inculcado la lectura.
“Carecer de libros propios es el colmo de la miseria.”
Benjamin Franklin (1706-1790) Estadista y científico estadounidense.

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